jueves, enero 29

XVII. L'œil de chat

"J'imaginais seulement que, soulevant le tablier, je verrais nu son derrière.
Il y avait dans le couloir une assiette de lait destinée au chat.
-Les assiettes, c'est fait pour s'asseoir, dit Simone. Paries-tu? Je m'assois dans l'assiette.
-Je pare que tu n'oses pas, répondis-je, sans souffle.
I fasait chaud. Simone mit l'assiette sur un petit banc, s'installa devant moi et, sans quiter mes yeux, s'assit et trempa son derrière dans le lait..." *
Con mucho cuidado abrió la edición conmemorativa de la Historia del Ojo tal y como la habían concebido él y sus amigos con el pretexto del octogésimo aniversario de la versión clandestina de 1928. Ciento treinta y cuatro ejemplares, con litografías de Masson y con el pseudónimo de Bataille: Lord Auch. No había introducción, ni notas al pie de página, era simplemente un capricho de ese grupo de lobos urbanos que sólo se reunía un par de veces al año durante los solsticios, y en sesión solemne, para dar luz a proyectos extravagantes, raros y un poco dementes.
Abrió el libro en el mismo párrafo que había leído cuando apenas era un adolescente: Esa escena era hermosa. Y principalmente lo era porque sonaba de lo más natural.
Por otro lado, desde entonces ya sabía que la naturaleza vestida tan livianamente asustaba a la gente común y se guardó bien de comentar su hallazgo.
Con los años hizo de sus obsesiones un estilo de vida respetado por las ovejas, compartido con algunos.
Ella había descubierto, quizá sin percatarse, que la máscara no era máscara, pues la gente siempre ve lo que quiere ver y nunca lo que tiene enfrente. Los lobos dejaron de usar traje de oveja hace mucho tiempo.
Pero eso fue hace mucho tiempo, antes que ella cerrara los ojos como todos los otros.





* [Imaginaba que si levantaba su delantal por atrás, vería desnudo su trasero.
En el rincón de un corredor había un plato con leche para el gato:
-"Los platos están hechos para sentarse", me dijo Simone. "¿Apuestas a
que me siento en el plato?"
-"Apuesto a que no te atreves", le respondí, casi sin aliento.
Hacia calor. Simone colocó el plato sobre un pequeño banco, se instaló delante de mí y, sin separar sus ojos de los míos, se sentó sobre él empapando sus nalgas en la leche..."]

viernes, enero 23

XVI El Camino Verde

Comenzaba a lloviznar y ella caminaba por la rue du Chemin Vert
-¿'La calle del Camino Verde'? ¡Y todavía hay quien duda que vivo en un cuento de hadas! ¿Qué clase de nombre es ese? Y más importante, ¿dónde diablos está el número 122?
Los lentes se llenaron de pequeñas gotas de agua las cuales empezaron a juntarse y a escurrir, como cuando las veía en su ventana o en la del café. Un coche negro, idéntico al de él casi la atropella al cruzar la calle. 
Era absurdo ¿de dónde había salido ese idiota?
¿De dónde había salido?
¿De dónde...
¿Era el coche de él?
Después de todo él la había llevado ahí la primera vez, en uno de sus juegos extraños.
Ya sin lentes mojados, echó un vistazo alrededor y no había señales del auto, miró hacia adentro y no estaba ahí. Entonces entró, se bajó la capucha de la chaqueta y dejó que el cabello cayera libre sobre sus hombros.
El encargado pareció no inmutarse. Buenas tardes.
Ella fingió no inmutarse. Buenas tardes.
Había tres hombres, de entre cuarenta y cincuenta años. Tres lobos que la miraron de reojo, sin finjir demasiado y que siguieron hojeando libros. "La clientela habitual de la Musardine" -le había dicho él aquella vez-, la pequeña librería parisina especializada en erotismo "aunque aquí aparece de todo". Dió una vuelta entre las estanterías y entre los clientes. Comenzó a hojear los libros de pin-ups y los de pornografía francesa de principios del siglo veinte. 
Se detuvo. Y detuvo al mundo con ella.
Estaba jugando a tentar al destino. Estaba jugando a caminar los caminos ya andados, y estaba buscándolo, caminando por el bosque, caminando por el Camino Verde de su bosque.
De la sección de clásicos tomó La historia del ojo de Bataille, pagó y salió corriendo, esta vez mirando a los dos lados de la calle antes de cruzar.

jueves, enero 22

XV Le Loup Méchant

Caperucita llegó cansada, harta del tráfico parisino y de toda esa gente en las calles en el proceso carroñero de las ventas de enero. Rebajas en todas las boutiques. ¿Porqué no hacen eso en las librerías?
Por la ciudad hay carteles de Dexter "La serie dont le gentil est le méchant", o "la serie en la que el gentil es el malo". Parece que a los franceses les ha gustado pues muchos hablan de ella y a los que les gusta dejar mensajes escritos por ahí, han aprovechado la camisa blanca del asesino serial más querido de la tele para dejar volar su creatividad: "Faites l'amour, pas les soldes" proclamaba uno que le hizo gracia a Caperucita "Hagan el amor, no los saldos" o algo así que suena bien en francés y que  además parafrasea a Jim Morrison quien a juzgar por el tiempo que lleva enterrado en Père Lachaise ya es un parisino más.
Así, Caperucita llegó harta de las aglomeraciones. Lo primero que hizo fue colgar la chamarra roja en la entrada y quitarse las botas. Tenía el cabello húmedo y rizado y asì se recostó en el sillón de su pequeñísima sala.
Había dos mensajes en la contestadora pero ella sabía que ninguno era de él. "...dont le gentil est le méchant", pensó. Y lo que pasa es que 'méchant' no solo significa 'malo', sino también puede ser 'cruel', 'feroz', o incluso 'travieso'. Por eso es que el Lobo, en francés, ¡es mucho más que feroz!
Sabía que él no llamaría. No después de todo eso.
Sabía que eventualmente tendría que tomar las cartas en el asunto.
Con el control remoto prendió el estereo y se quedó dormida: Love two times baby, love me twice today...

domingo, enero 18

XIIII Big Bad Wolf

Alguien me dijo que todos llevamos un "gran lobo malo" por dentro y al cual, en lugar de negarlo, había que sacarlo a comer de vez en cuando.
Supongo que era su manera de decir que todos tenemos un lado obscuro, pero la figura me pareció especialmente interesante, de hecho estuve a punto de decir que por supuesto, que era lo más normal del mundo, pero después caí en cuenta que más valía no revolver metáforas personales.
El Lobo del cuento es exactamente la representación de cierto lado 'obscuro' de la personalidad humana y probablemente con 'obscuro' no siempre se quiera decir 'malo', sino simplemente oculto, escondido, disimulado. Y efectivamente hay que sacarlo a dar la vuelta, de lo contrario se vuelve ciertamente grande, malo y feroz. ¿No es exactamente eso el fondo de las leyendas de licantropía?
Yo no sé si verdaderamente se pueda domesticar ese lobo, pero sé que se pueden hacer buenas migas con él, pues después de todo es una parte de nosotros y quizá la más libre y astuta, así que conviene tomarlo en cuenta.
¿Qué hace el Lobo de cada quién cuando se le deja salir? ¿O acaso tiene que escapar y después se tiene un gran dolor de cabeza?