Caperucita sabía que su primera novela negra estaba lista: Eran unas 120 páginas de naturaleza humana en salmuera. Era una de esas obras que se escriben sin vergüenza y que encima no son vulgares, solo crudas. La violencia y el sexo solo eran una parte pero no el motivo ni el hilo conductor. El hilo eran los motivos humanos: Caperucita había escrito un cuento de hadas posmoderno.
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